Exfoliar la piel es una práctica de belleza y salud, que conviene realizar, tanto sobre la piel del cuerpo como la del rostro, durante todo el año. Por tanto hay que desterrar el mito de que es perjudicial realizarla en verano.

 

La razón es que la exfoliación aporta múltiples beneficios a la piel como la renovación celular y la eliminación de células muertas, la oxigenación de la piel, la activación de la circulación sanguínea,  la eliminación de impurezas e imperfecciones de la piel y la preparación de esta para la mejor absorción de productos tratantes como las cremas anticelulíticas, bronceadoras, etc. Además, en el rostro también es capaz de eliminar el exceso de sebo, los puntos negros, la unificación del tono y el aporte de luminosidad.

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Para que el producto nos aporte todos sus beneficios y no dañe la piel, la clave está en saber elegir el producto más adecuado y la frecuencia de su uso, pero es una práctica que ,en general ,no debe ser estacional y que haya que dejar de realizar dependiendo de la época en la que nos encontremos.

Para saber elegir qué productos se deben aplicar en cada caso, es necesario conocer qué tipos de exfoliantes podemos encontrar en el mercado, que básicamente son 3:

 

Mecánicos: indicados para limpiar la piel y eliminar las células muertas, se caracterizan por ser cosméticos, en forma principalmente de gel, crema o sólidos, que contienen microgránulos que actúan como un peeling y son capaces de arrastrar la piel muerta o suciedad, masajeando suavemente sobre el rostro o el cuerpo. Normalmente se aplican sobre la piel mojada. Lo ideal para no dañar la piel, ni arañar en exceso, es que estos microgránulos sean compuestos suaves, elaborados a partir de la trituración de huesos de frutas y extractos naturales. Otra recomendación es que no estén realizados a base de microesferas plásticas. La razón es que además de no aportar ningún beneficio a la piel, más allá del arrastre de la suciedad, estos productos son tremendamente contaminantes, es por ello que desde el 2016 Válquer Laboratorios dejó de utilizar estos componentes, para optar por exfoliantes naturales como el hueso de albaricoque. 

Este es el caso de nuestro último exfoliante en formato sólido, que además de ser muy efectivo es totalmente zero waste, al ser un producto en que se ha eliminado todo el plástico en su fabricación y limitado por completo el uso de agua.

Enzimáticos: estos productos también son muy eficaces para limpiar la piel, a pesar de no contener gránulos, ayudan al arrastre de la suciedad y eliminación de células muertas. Funcionan gracias a su capacidad para humedecer la piel y que esta se limpie y se alise por completo a la vez que se elimina el producto. Esa peculiaridad los hace perfectos para pieles más sensibles. Normalmente se aplican en forma de mascarilla, que se deja actuar durante unos minutos para después retirarla con agua, toalla o papel suave. 

Químicos: son los más agresivos y están indicados solo cuando se requieren tratamientos más intensos, por ejemplo para alisar la piel, eliminar manchas o acné. Su funcionamiento se basa en que están formulados a base de ácidos y vitaminas que consiguen eliminar las capas más superficiales de la piel del rostro. Es por este motivo que siempre deben ser aplicados bajo la supervisión de un profesional, y no se debe abusar de ellos. Este tipo de exfoliante no conviene utilizarse en verano, ya que vuelve a la piel más sensible a la radiación solar, y puede enrojecerla e incluso provocar quemaduras y manchas.

 

Por lo tanto, tras conocer los pros y contras de cada uno de los exfoliantes;

¿Cuál es la recomendación de uso en el verano?

1.- Lo más adecuado es usar sólo los mecánicos que contengan partículas de arrastre suaves y enzimáticos. Nunca los químicos.

2.- No abusar de ellos, si durante el invierno los usamos 2 o incluso 3 veces a la semana, lo más adecuado es que ahora se usen 1 vez a la semana o cada 10 días, en el caso de que se vaya a estar muy expuesto al sol.

3.- Siempre, tras la exfoliación, utilizar un producto hidratante y calmante. Además de reparar la piel su absorción será más rápida y se aprovechará más, al haber eliminado toda la suciedad e impurezas.

4.- Tener en cuenta que, tras su aplicación, la piel queda más expuesta al sol, por lo que siempre tras su uso se debe aplicar también el factor de protección solar.

5.- Realizarlo preferiblemente por la noche, para dejar a la piel descansar y no exponerla a la luz solar.

6.- Consultar siempre con un experto cuál es el producto más adecuado para cada tipo de piel.

7.- Seguir las recomendaciones del fabricante. No por abusar de un producto hará efecto más rápido, al revés puede ser contraproducente, por ejemplo, en las pieles con acné un exceso de limpieza puede provocar que aparezca más sebo.